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quizá un tercero por el Marañón, el plan se realizaba en esa parte. Quedaba el contacto con el Perú y con el Tucumán, que buscaron por medio de fundaciones sucesivas sobre el río Paraguay, y por el Chaco respectivamente. Señalaban el primer objetivo las reducciones de San Joaquín, San Estanislao y Belén, cuyas distancias considerables entre sí, relativamente á las de los otros pueblos, demuestran su carácter de puestos avanzados. La otra línea de comunicaciones fué una constante preocupación religiosa y militar. Su acceso estaba demostrado desde la expedición de Diego Pacheco; y en los primeros años del siglo XVIII, jesuítas enviados del Paraguay como consecuencia de la expedición represora de Urizar, habían llevado sus misiones al Chaco, fundándolas entre los lules, ojotas y abipones. Está fué la primer tentativa seria de comunicación jesuítica.

Ocho años antes de la expulsión, Espinosa y Dávalos, gobernador del Tucumán, intentó establecerla entre su sede y el Paraguay; llegó hasta el Bermejo y regresó sin conseguirlo, pero descubriendo el camino que los indios chaqueños mantenían expedito para invadir á las poblaciones tucumanas. El