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en sentido moderno; y si no acrecieron la honra, aumentaron el provecho, mientras los otros realizaban el viejo ideal, alcanzando la miseria en la plenitud de su gloria estéril.

Para abrir el Nuevo Mundo, se necesitaba conquistadores, es decir hombres de aventura que realizaran en un año lo que el colono, sedentario por naturaleza, habría efectuado en un siglo. Y sólo España tenía conquistadores. Los demás países, al volverse industriosos y comerciantes, se tornaron colonizadores, siendo la colonia y las instituciones representativas, consecuencias políticas del período industrial. Así se explica cómo habiendo ejecutado España la apertura del Continente, fueron otros los que disfrutaron de su riqueza en definitiva [1]. El oro de América no enriqueció propiamente á España, puesto que no se transformó para ella en ramos permanentes de

  1. Ya por el lado científico, empezaba á ser notable esta diferencia. En efecto, de 1492 á 1610, los globos, mapas y atlas extranjeros, que describían las tierras recién descubiertas, son cerca de 70, casi todos alemanes, portugueses é italianos, contra media docena de españoles; pudiendo agregarse que de los 30 grandes nombres de sabios, cuya gloria llena los siglos XVI y XVII, desde Copérnico á Papin, no hay uno solo español.