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cuales diríase que acaban de saltar los tasquiles, parecen indicar trabajadores próximos. Casi un siglo y medio ha corrido desde que la dejaron como está; pero la construcción era tan sólida, que podría continuársela sin ninguna refacción. Su baptisterio estaba ya abovedado, y en él habita ahora un matrimonio de campesinos paraguayos. Inmediatos á ella se levantan las celdas, también inconclusas, aunque un poco más altas. Su arquitectura iba á ser muy suntuosa, con rosetones ojivales y decorados dinteles, á los que sirven de cabíos, como puede verse también en San Ignacio, trozos de asperón.

Dentro de la iglesia, no hay más que los pilares de la triple nave, y en ellos dos plataformas de púlpito. Detrás del presbiterio queda una sacristía en la cual habían instalado ya una pila. Está patente el sumidero, que no llegó á servir, y una lagartija ha hecho de él su madriguera...

La paleografía, que debió de ser profusa, sino rica, ha quedado reducida á bien poca cosa por la incuria y los saqueos. Trozos de lápidas en los cementerios, una que otra medalla-restos anepigráficos y de examen inútil, por consiguiente,