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usar el término de rigor) las medias tintas. Toda la decoración externa estaba pintada, para evitar precisamente este efecto; y se ve que hubo designio en ello, por la anchura de los ábacos, la profundidad de los esgucios y el hecho de tener su fuste acanalado todas las columnas decorativas; pues si tales rasgos sorprenden por su exageración en el primer momento, bien pronto se nota su objeto: atenuar el exceso de luz ambiente.

Las ruinas de los templos jesuíticos no dejan, pues, impresión alguna de novedad. Todas revelan el tipo cruciforme que predominó en la Edad Media, y que los jesuitas restauraban por devoción especial á Jesu-Cristo [1]. Nada original en el conjunto ni en los adornos. El pórtico de una sacristía de Trinidad, que el lector ha visto copiado en su estado actual, da una idea suficiente de las ornamentaciones. La iglesia á que pertenece fue edificada en la época del mayor poderío jesuítico,

  1. Conocida es la distribución simbólica de las iglesias medioevales. El altar representaba la cabeza de Jesús; las dos alas del crucero sus brazos; las puertas sus manos atravesadas; la nave sus piernas, y el pórtico sus perforados pies. En algunas, la bóveda significaba el Nazareno agobiado bajo la cruz.