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tales netos, en cuyos plintos se ve aún los agujeros de las espigas que aseguraban sus respectivas estatuas, indican que éstas fueron dos; y en efecto, no es difícil encontrar pedazos de otra. Dichas estatuas, que decoraban el exterior de las iglesias, nos llevan á tratar de las ruinas pertenecientes á éstas.

Alguna vez se ha hablado del «estilo guaraní; pero es un evidente abuso de frase. Sabe todo el mundo, que ni siquiera puede decirse con propiedad «estilo jesuítico», siendo lo único peculiar en la arquitectura de la Compañía el abuso decorativo; mas esto mismo era entonces una moda universal. El bosque, con su profusión lujuriante, habría influído tal vez sobre aquella arquitectura; pero no hubo tiempo para semejante evolución, por de contado muy lenta siempre, y los indios carecían de la cultura requerida para ser artistas, mucho menos artistas innovadores. Debo hacer notar, sin embargo, para ser justo, que la cargazón y los colores vivos, sobre cuya mención volveré muy luego, se atenuaban mucho y aun se explicaban por la acción de una luz harto viva y de un ambiente clarísimo, que hubieran devorado (para