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Así, el tipo del paladín y el acto del Descubrimiento, fueron natural consecuencia de un estado social y político, no una excelencia de raza ni una invención genial. El prestigio del aventurero reside en lo pintoresco, tanto más acentuado cuanto es más discorde con su tiempo; y el mérito de la empresa estriba puramente en su audacia; pero tanto el hombre como la acción, son dos accidentes históricos, sin ninguna importancia intrínseca excepcional.

Ella está, para mi objeto, en la expansión que dió al proselitismo religioso-militar y al afán de riqueza inesperada, peculiares de la empresa aventurera, haciendo de España el país conquistador por excelencia.

Doble prueba de su especialidad en tal sentido, es su éxito y el fracaso de las naciones restantes. La tentación era demasiado fuerte, en efecto, para que éstas no intentaran un lance igual. El resultado les fué adverso, y no se diga que por falta de marinos. Inglaterra tuvo entre los mejores á Drake y á Frobisher; Italia, sin contar el Descubridor, á Vespuccio, Corsali, Verrazzano y Marco Polo; Francia á Cartier, Roberval y Ribaut;