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de igual superficie. La mayor profusión del naranjal indica la huerta del antiguo convento.

De las reducciones argentinas, tan maltratadas por la guerra, apenas queda otra cosa que paredes; y como resto ornamental el pórtico de San Ignacio, popularizado por la fotografía y por las descripciones de varios viajeros. Si se quiere hallar algo menos informe, es necesario internarse al Brasil y al Paraguay, realizando fastidiosos viajes en que hasta la comida suele escasear. Los puntos más cercanos son San Nicolás y Trinidad respectivamente.

Para llegar al primero, es necesario pasar el Uruguay frente á la villa de Concepción, viajando después setenta kl. á caballo. El segundo tiene dos puntos de acceso: por tierra, desde Villa Encarnación, ciudad paraguaya situada frente á la capital de Misiones, haciendo sesenta kl. de malísimo camino; y por agua desde la mencionada capital hasta el puerto de Trinidad, situado á quince kl. de las ruinas. Las distancias son cortas; pero la escasez de caballos y el natural retraimiento de una población semi-salvaje, para quien la procedencia argentina no es una recomendación,