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salvaje, donde en concierto con los no reducidos, se volvieron salteadores, como antes dije. Cuatro años después de la expulsión, los ganados, que excedían de un millón de cabezas al efectuarse ésta, quedaban reducidos á la cuarta parte, siendo los nuevos administradores un activo agente en esta despoblación. La leyenda de tesoros escondidos y derroteros de minas, motivó remociones que resintieron muchos edificios, y que continúan todavía con maravillosa estulticia. Antes dije que en las reducciones no circulaba moneda, de modo que no existieron jamás semejantes caudales. El producto de las explotaciones debía ir directamente desde Buenos Aires á Roma, sin que jamás volviera amonedado á su punto de partida; y en cuanto á los ornamentos, como los P.P. tuvieron noticias ciertas de su expulsión un año antes de realizarse ésta, es de suponer que salvarían con tiempo los más valiosos. Las excavaciones no produjeron, pues, otro resultado que acelerar la ruina empezada.

Junto con el siglo XIX comienza una serie de acontecimientos que consumaron la destrucción total.