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atravesaba el bosque en una extensión de 60 ks. próximamente, siendo capaz para rodados. Aquellos caminos por el bosque, debían requerir un cuidado permanente en atención á su tráfico. La selva tiende, en efecto, á reconquistar su dominio sobre la vía expedita, que á poco de descuidada degenera en molesta trocha. Los árboles se unen por las copas, abovedándose, y los ciclones, derribando alguno, obstruyen por completo el acceso; las lluvias se encharcan durante meses en aquella sombra; entonces el tranco equidistante de las cabalgaduras ó tiros en caravana, forma albardillas que desaparecen bajo el agua, predisponiendo á peligrosos tropezones; y sólo un servicio constante, podría prevenir inconveniente tan serio. Ya puede suponerse lo que sería eso en 60 ks. de camino.

Antes hablé de los manantiales captados. Quedan en las ruinas muchos restos de piletas, piscinas y estanques, algunos de los cuales fueron quizá empleados en tenerías. Son bastante notables á este propósito, los de Santa Ana, descritos varias veces ya; pero tomaré como tipo la piscina de Apóstoles, por ser la que está más conservada.