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dos, siendo de creer que se trataba de un presidio [1].

Considero oportuno decir dos palabras á propósito, sobre los subterráneos jesuíticos. Ellos han atizado, junto con las minas y los tesoros ocultos, la fantasía de la región [2]. Ya he dicho el destino que en mi opinión tenían, aunque por allá se asegura una cantidad de cosas espeluznantes. Puede que sirvieran alguna vaz de cárcel, mas no creo que se halle gran cosa al explorarlos. Conozco dos: el de Santa María y el de San Javier. Aquel sigue la línea de una ruina que debe de haber sido un salón del convento. Tendrá 12 ms. de longitud, estando obstruído por un derrumbe, y 4 de profundidad. Es un angosto pasadizo subterráneo, revestido de piedra tacurú. El de San Javier tiene todo el aspecto de una bodega. Su entrada

  1. Estos grillos están en nuestro Museo Histórico, lo propio que los siguientes objetos: 2 santos de madera; 2 cabezas de piedra; 1 bala de plomo; 2 de piedra; la cerradura de la antigua iglesia de Concepción; 1 escudo con la efigie de San Silvestre; 1 cariátide; 1 matraca; 1 puerta decorada-efectos donados por el autor.
  2. Es positivo que los P.P. explotaban minas en el Tucumán, conservando ocultos sus derroteros. Igual pudo suceder en el Imperio, mas allá no abundan los metales preciosos.