Página:El Imperio Jesuitico - Leopoldo Lugones.pdf/224

Esta página ha sido validada
- 216 -

A distancias variables entre quinientos y dos mil metros del pueblo mismo, estaban los puestos que vigilaban el potrero inmediato; las atalayas situadas con buen artificio; las ermitas en que se recluían los penitentes para sus prácticas, ó adonde iban ciertas procesiones como la de Vía Crucis; las canteras de asperón ó de escoria y una ó dos fuentes para baños y lavaderos.

Manantiales captados con la mayor solidez en pequeñas cisternas de piedra, formaban estas fuentes, cuyo piso empedrado se encuentra á poco de sondearlo, así como sus bordes de piedra labrada. Más adelante hallará el lector la descripción de una.

Preferíase para situar la población una meseta, por razones de salubridad y de vigilancia; y tanto esta posición como las defensas, y la distribución de los edificios que los jesuitas ajustaron estrictamente á la ley [1], daban á los pueblos esa perfecta igualdad notada por los viajeros en las ciudades chinas; pues de tal modo gobiernan las ideas al

  1. La ley XVII de Indias, ordenaba que la arquitectura de las casas, en las poblaciones del Nuevo Mundo, fuera enteramente igual.