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to general, con más que así escapaban al control de la autoridad civil.

Aquel poderío en aquel aislamiento, dió al Imperio una existencia indiscutible en el hecho, bien que políticamente formara parte de la monarquía española. El único obstáculo á la autonomía, hubiera sido el gobierno aquel; pero como los jesuítas le realizaban aquí su ideal del Imperio Cristiano, lejos de impedírselo los incitaba más cada vez. Y de tal modo era estrecha esta relación, que el auge de las Misiones empezó coincidiendo con una idea dominante del monarca, perfectamente clara como indicio sincrónico: el dogma de la Inmaculada Concepción, ideal teológico de los jesuítas.

El Superior de las reducciones era nombrado directamente desde Roma por el general de la Compañía, con entera independencia de la iglesia local. Residía en Yapeyú, con todas las potestades de un obispo, pues hasta facultado estaba para administrar la confirmación. El obispo Cárdenas, y Antequera, para no recordar sino los conflictos más célebres, experimentaron el poder de los P.P., siendo echado de las reducciones el primero y malogrado así su objeto de fiscalizarlas; en tanto