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lidad inferior á la hortense, en cantidad mucho mayor; y su transporte se verificaba por los ríos hasta Buenos Aires, en monstruosas jangadas que cargaban hasta cien mil kilogramos y navegaban casi al azar de la corriente.

El monopolio jesuítico era absoluto, pues en las reducciones no circulaba moneda alguna [1]. Como, por otra parte, la entrada de comerciantes en ellas se hacía casi imposible, pues de las treinta y tres sólo podían comerciar libremente seis, en la margen derecha del Paraná, los P.P. eran los únicos exportadores; naciendo de aquí su interés, así en dominar los dos ríos, como en tener por suya la salida al Océano.

Se ha dicho que el comunismo aquel, constituía la felicidad misma, al no admitir pobres ni ricos; y ello resultara discutible, de haber sido los indios sus propios administradores. Pero bajo la tutela absoluta de los P.P., quienes disponían sin limitación de las ganancias, aquello no fué otra cosa que un

  1. Se había establecido una equivalencia entre una determinada cantidad de productos y la unidad monetaria, lo cual recibía el nombre de "peso hueco". Tres pesos huecos equivalían á un patacón (5 francos 446).