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A un tiempo destruyeron las reducciones de la Guayra y del Tape; mas como toda montonera, carecieron de constancia, y hartos de botín no pensaron sino en gozarlo. A esto debieron los PP. la relativa eficacia de su retirada.

No obstante, el golpe fué espantoso. Los montes quedaron llenos de niños y de moribundos, que se rezagaban del rebaño de esclavos conducido en insolente triunfo. A sesenta mil lo hacen llegar los jesuítas contemporáneos. En vano el P. Maceta se trasladó al Brasil en demanda de justicia. No la había contra los montoneros enriquecidos, que ya empezaban á hablar de un nuevo ataque. Aquel no tuvo otro recurso que regresar, para evitarlo con la fuga, decidiéndose en consecuencia el abandono de las trece reducciones guayranas.

Bajo las órdenes del P. Montoya, doce mil personas, con setecientas barcas, se movieron aguas abajo del Paraná, en dirección al actual territorio de Misiones. Memorables fueron aquellas jornadas por sus peripecias trágicas, como el destrozo de las canoas en las rompientes de la gran catarata, y la peste que azotó á los expedicionarios. Estos