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Pero el carácter pueril de esa devoción resaltaba en todo, hasta en las iglesias, más suntuosas que sólidas; trabadas generalmente con barro, pero profusas de campanas, de imágenes, de dorados y de cirios. Baste saber que sólo en las últimas, construídas después de siglo y medio de dominio, se empleó argamasa para asentar los sillares.

La conquista no fué, sin embargo, enteramente pacífica, aunque presentó desde luego un notable contraste con los excesos laicos. También los P. P. redujeron por la fuerza algunas tribus; pero su método preferente era la seducción. Empezaban por no exigir sino el bautismo, sabiendo que en cuanto los indios cedieran algo, acabarían por otorgarlo todo.

A pesar de su dulzura, la mayor parte de las tribus quedó sin reducirse, sin que esto sea imputable á falta de tiempo, pues en el momento de la expulsión, los habitantes habían disminuido.

El sistema social vigente en las reducciones, fué el mismo de la Compañía; aunque sin duda facilitó su implantación, la mita con sus escasas tareas y la organización comunista de algunas tribus.