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increible en aquellas comarcas, cuyo aspecto decorativo producía, y con mayor razón en los espíritus predispuestos, un delirio de grandeza teatral. La solemne espesura, inspiraba con su misterio; cada matorral podía esconder la fama ó la fortuna; los obstáculos no eran sino un incentivo mayor á la constancia, exagerada por una heroica rivalidad. Endilgados en el bosque virgen, al rastro de tal cual fábula que en caprichosa etimología derivaban de una palabra ó mito indígena, ya no habían de volver sino con la certidumbre por premio.

Crédulos acogieron la leyenda de las perlas en tal laguna del Chaco; la referencia de aquel peñón de plata que resplandecía en medio del Paraná, camino á la Guayra; los cuentos de dragones y de pigmeos; la existencia de mitológicas amazonas...

Su transcurso quedaba señalado por la devastación. Incendiaban una aldea como quien prende un fuego de artificio, y allá quedaba el tendal de violaciones y de adulterios, comentando las orgías de una noche. Al padecer ellos tanto en sus jornadas, en poco tenían el dolor ajeno; mucho más tratándose de seres tan inferiores, que hasta la