de ocho meses, desde el río ltabucú frente á Santa Catalina, hasta la Asunción, ó sea en un trayecto de trescientas leguas.
De orden suya, Irala efectuó la tercera, con el objeto de franquearse un camino hasta el Perú y unificar la acción conquistadora, dándose la mano con aquellos expedicionarios. Sin idea clara todavía sobre el inmenso territorio intermedio, los conquistadores paraguayos procuraban su acceso al país del oro; y la Corona que veía en él un centro político, procuraba darle, con miras de economía y de administración, la mayor zona de influencia posible, fomentando aquellas exploraciones.
Irala regresó con informes, habiendo llegado hasta los 17° de latitud, y entonces el Adelantado intentó por su cuenta el acceso; pero la inundación de las tierras le redujo á volverse.
Depuesto por el descontento de sus soldados, á quienes había querido imponer reglas de disciplina, predicando con el ejemplo de su honradez y de su cultura, que no hizo sino exasperarlos más, su intrépido teniente emprendió otra vez el camino del Perú.
Esta expedición señala el hecho importante de