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cuales temían en razón de su violencia tropical.

Su inteligencia se manifestaba casi exclusivamente, en hábiles latrocinios y mentiras sin escrúpulo; su condición nómade y habíales quitado el amor á la propiedad y al suelo, careciendo en consecuencia de patriotismo y de economía. Todo su comercio se reducía á cambalachear objetos, lo cual disminuía más aún el amor á la propiedad organizada. Borrachos y golosos, la inseguridad del alimento, inherente á su condición de cazadores exclusivos, desenfrenó su apetito; y careciendo de sociedad estable, les faltó el control necesario para reprimirse. La música, el estrépito mejor dicho, y las decoraciones vistosas, halagaban su carácter infantil. Este dominaba de tal modo en ellos, que al decir de los jesuítas, comprendían las cosas mejor de vista que al oído: dato precioso para determinar su psicología. Voluptuosos y haraganes, por la influencia del clima y de la selva con su ambiente enervador, no servían para las grandes resistencias. A su arranque colérico, muy vivaz como en todas las naturalezas indecisas, sucedía una depresión proporcional. La paciencia y el buen trato, bastaban para dominarlos; pero