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cana, á veces incrustada de cuarzos agudos; algunos la honda y pocos el chuzo. Las bolas, ineficaces en la selva, eran un recurso exclusivo de los que habitaban la llanura.

Fieles al cacique, que por lo general elegían sólo en caso de guerra, nunca llegaban sus agrupaciones gregales á formar ejércitos propiamente dichos. Individualmente eran bravos, y más aún sufridos, pues los ritos crueles con que celebraban su entrada en la pubertad y sus actos fúnebres, acostumbrábanlos al dolor.

En cuanto á sus demás costumbres, eran las de todos los salvajes, salvo pequeñas diferencias; de manera que no merecen descripción sus fiestas, borracheras, casamientos, etc.

Los más erraban por el bosque al azar de la caza, de la pesca que era abundante, ó de la colmena, cuyo orificio agrandaban á la torpe machucadura de sus hachas de piedra, hasta poder introducir la mano, que desde niños se les ablandaba con tal objeto en continuo masaje-absorbiendo las heces del panal por medio de esponjosos líquenes. Esos eran naturalmente los más ariscos, y nunca aceptaron la civilización.