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Pero ya insistiré mejor sobre estos detalles en el capítulo descriptivo de las ruinas.

El suelo igual y la selva uniforme, en unión de un clima que lo es más aún por su carácter tropical, engendraron la unidad de raza en el habitante.

Sea cualquiera la opinión de ciertos etnólogos fantásticos, creo que lo más sensato es agrupar á las tribus, dispersas en el ámbito de la gran selva, bajo el nombre genérico de «raza guaraní».

Eran comunes entre ellas, costumbres tan particulares como la del barbote, que desde el Plata al Mar Caribe usaron los guerreros indios, embutiéndose al efecto en el labio inferior, cuñitas de madera ó cristales de cuarzo. La ceremonia de cortarse una falange de los dedos, por cada pariente que fallecía, alcanzó la misma extensión, así como el infanticidio del hijo adulterino, que la madre ejecutaba acto continuo de su parto. Un mismo carácter predominaba en su tatuaje, su alfarería y sus armas. El entierro de los muertos, con la cabeza sobresaliendo del suelo y cubierta por un tazón de barro, es otra peculiaridad igualmente difundida; sucediendo lo mismo con la original