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reducciones al bosque, y donde quiera que los indios llevaban provisión de sus frutos: las canteras, puestos de pastoreo y plantíos de yerba-mate. Por fin, estos últimos constituyen una riqueza peculiar, que será enorme, cuando se vuelva al cultivo hortense cuyo éxito demostraron los jesuítas [1].

Sobra en el reino mineral la piedra de construcción, representada por la tacurú y los asperones. El hierro se presenta con profusión, y existe algún cobre que los jesuitas laborearon. No tengo, respecto al plomo, otro dato que haber hallado en el pueblo de Concepción una bala de falconete, puesta ahora en el Museo histórico; pero ella pudo pertenecer al ejército lusitano-español que reprimió la insurrección de 1751. Las minas de metales preciosos, cuyo secreto se atribuye á los jesuítas, no han pasado de un sueño, lo propio que los criaderos diamantíferos. Uno que otro topacio, tal cual cornalina y amatista, es todo. Los cuar-

  1. Se ha pretendido restaurarlo en el Paraguay; pero la gente del pueblo cree allá, que quien planta yerba muere al año siguiente, y todo fracasó. El ocio tropical tiene un incentivo hasta en las leyendas.