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sus orillas, demostrarían la supuesta proyección.

Abundan también los lechos de cuarzo cristalino y aun agatado, aunque éste menos común, predominando la misma roca en los cantos rodados de los ríos. Las cornalinas y calcedonias que suele hallarse entre éstos, deben provenir de las sierras brasileñas, pues su pequeñez indica lo largo del camino que han debido recorrer; pero éstos son ya detalles geológicos.

Lo que predomina es el basalto y los compuestos ferruginosos, desde el ocre y el conglomerado que antes mencioné, hasta el mineral nativo, fácilmente hallable en la costa del Uruguay, y los titanatos que con aspecto de azúrea pólvora, jaspean profusamente las arenas.

A esta exclusividad corresponde una no menos singular ausencia de sal y de calcáreo; pues fuera del carbonato de cal, elemento de las melafiras mezcladas al basalto en ciertos puntos, y de algunas tobas estratificados de la misma sustancia, que figuran en nódulos libres, pero con mucha parsimonia en los terrenos de acarreo, no se advierte ni vestigios. Las aguas, extraordinariamente dulces, demuestran también esta escasez.