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adaptaba mucho mejor á aquellos temperamentos meridionales.

Por grande que fuera su rudeza, el entusiasmo debió llegar á lo grandioso, si se considera el fondo místico de la empresa y sus contornos épicos. La geografía, recién escapada á las invenciones medioevales, que durante mil años estuvieron tomando de Plinio cuanto hay en éste de más quimérico, aumentaba con lo incierto de sus datos la impresión legendaria.

Las ideas reinantes sobre el Nuevo Mundo eran en realidad tan vagas, que en 1526, cuando la expedición de Gaboto empezó definitivamente la conquista del Río de la Plata y del Paraguay, François de Moyne, en su tratado De Orbis situ ac descriptione, tomaba al Asia, á la Europa y á Méjico, por un solo continente, atribuyendo una costa no interrumpida y común á la Suecia, la Rusia, la Tartaria, Terranova y la Florida. Verdad es que en 1550, Pierre Desceliers protestó de semejante confusión en su mapa-mundi, aludiendo visiblemente á Moyne; pero la perplejidad siguió por muchos años todavía, engendrando los planes más insensatos.