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10 — El Gaucho
IV


Seguiré esta relación,
Aunque pa chorizo es largo:
El que pueda hágase cargo
Cómo andaría de matrero,
Después de salvar el cuero
De aquel trance tan amargo.

Del sueldo nada les cuento,
Porque andaba disparando;
Nosotros de cuando en cuando
Solíamos ladrar de pobres-
Nunca llegaban los cobres
Que se estaban aguardando.

Y andábamos de mugrientos
Que el mirarnos daba horror;
Les juro que era un dolor
Ver esos hombres, ¡por Cristo!
En mi perra vida he visto
Una miseria mayor.

Yo no tenía ni camisa
Ni cosa que se parezca;
Mis trapos sólo pa yesca
Me podían servir al fin...
No hay plaga como un fortin
Para que el hombre padezca.

Poncho, jergas, el apero,
Las prenditas, los botones,
Todo, amigo en los cantones
Jué quedando poco á poco;
Ya me tenían medio loco
La pobreza y los ratones.

Sólo una manta peluda
Era cuanto me quedaba-
La había agenciao á la taba
Y ella me tapaba el bulto-
Yaguané que allí ganaba
No salía... ni con indulto.

Y pa mejor hasta el moro
Se me jué de entre las manos-
No soy lerdo... pero hermano,
Vino el comendante un día
Diciendo que lo quería
«Pa enseñarle á comer grano».

Afigúrese cualquiera
La suerte de este su amigo,
A pié y mostrando el umbligo,
Estropiao, pobre y desnudo;
Ni por castigo se pudo
Hacerse más mal conmigo.

Ansí pasaron los meses,
Y vino el año siguiente,
Y las cosas igualmente
Siguieron del mesmo modo-
Adrede parece todo
Pa atormentar á la gente.

No teníamos más permiso,
Ni otro alivio la gauchada,
Que salir de madrugada,
Cuando no había Indio ninguno,
Campo ajuera á hacer boliadas
Desocando los reyunos.

Y cáibamos al cantón
Con los fletes aplastaos-
Pero á veces medio aviaos
Con plumas y algunos cueros-
Que pronto con el pulpero
Los teníamos negociaos.

Era un amigo del Jefe
Que con un boliche estaba;
Yerba y tabaco nos daba
Por la pluma de avestruz,
Y hasta le hacía ver la luz
Al que un cuero le llevaba.

Solo tenía cuatro frascos
Y unas barricas vacías,
Y a la gente le vendía
Todo cuanto precisaba
Algunos creíban que estaba
Allí la proveduría.

Ah! pulpero habilidoso
Nada le solía faltar-
Ay juna! y para tragar
Tenía un buche de ñandú,
La gente le dió en llamar
«El boliche de virtú.»

Aunque es justo que quien vende
Algún poquito muerda,
Tiraba tanto la cuerda
Que con sus cuatro limetas
El cargaba las carretas
De plumas, cueros y cerda.