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LVI — Al Público.

Su autor, el señor Hernandez, no ha querido hacer las mejoras que en su concepto reclama el plan orgánico de su producción. El ha caído en cuenta que se expondria á desvirtuar una de sus principales condiciones de popularidad, la sencillez, la incorrección misma con que se aproxima muchas veces al sentimiento estético del gaucho. El, como muchos de sus amigos y críticos, opina que cuanto mas se acerque literariamente su poema á las artesonadas academias, tanto mas se desviará de la senda que conduce al rancho; y sin hacer desaire á los lectores ilustrados, el Martin Fierro tiene su liceo en la Pampa; y es después de las fatigas de la yerra, en las tardes serenas de la esquila ó cuando el labrador ha entregado la dorada simiente al surco donde germina la mies, que los cantos de su héroe endulzan la venda en la modesta vida del campo.

Donde hay un lector y un cuaderno de Martin Fierro, la baraja y la taba están ociosos y los gauchos sentados é inmóviles á la incierta luz de un mal candil, pasan horas enteras entregados al canto de esa pintura vivaz e ingeniosa de los dramas animados y palpitantes del desierto.

Este libro lleva en sus páginas los gérmenes fecundos de una reacción moral en las costumbres argentinas. El despierta sentimientos nobles y dulces en los habitantes del campo, modifica sus hábitos y llegará á rehabilitarlos en el concepto público.

Hacer que el gaucho lea ó escuche lo que comprende, aquello que es capaz de analizar formando juicio sin necesidad de intérprete, es ir desarrollando gradualmente su inteligencia. El choque de ideas humildes, si bien varoniles, rebotando en su cerebro, le enseñará á diseñarse un progreso tanjible en su ser moral.

Al gaucho es preciso hablarle de lo que le rodea: el circulo de su pensamiento es estrecho y no abarca lo que no es sensible á los sentidos.

Ensayar su mejora sin buscar el apropiado elemento, es gastar tiempo y dinero sin resultado. Poner á su alcance un libro como el presente, es dar principio á la hermosa tarea de levantar su espíritu al nivel de su valor, haciendo de él un verdadero ciudadano, un auxiliar ilustrado de la democracia.

Buenos Aires, Enero de 1876.

Los Editores de la 10. edición.




Cuando hace dos años se anunció un tiraje de cinco mil ejemplares del Martin Fierro, los que no saben apreciar la boga y popularidad de este poema, vaticinaron que con este número habría para medio siglo. Empero, semejante cálculo ha resultado tan erróneo que es ya necesario precipitar una reimpresión porque no so encuentra un solo ejemplar en las librerias.

Al tomar á nuestro cargo esta edición XI, creemos llenar una exijencia vivamente sentida por el público de la campaña y provincias, de donde afluyen numerosos y constantes pedidos.

El Martin Fierro es hoy considerado como la producción mas insinuante y de trascendental influencia en las costumbres y civilización de las masas campesinas.

Libro de alta critica y de profunda filosofia, encubierta bajo la forma galana del verso, atrae y seduce los lectores; educa y moraliza el sentimiento del paisano agreste, y despierta el afán de leerlo en la inteligencia adormecida del mas ignorante de nuestros gauchos.

Tan singular producción, que causa maravilla cuando se estudia el progreso de su carrera, no vive y ensancha su crédito por una belleza literaria, que no le falta, sino porque destinada especialmente á defender una clase abatida por los abusos del poderoso, cada uno de esos habitantes de la campaña necesita buscar en la lectura la razón de su derecho, casi siempre desconocido, y tener á la vista el drama palpitante del sufrimiento y de la desolación, que una política errada presenta cada día en las vastas soledades del desierto.

Su autor, el señor Hernandez, persiste en no hacer alteraciones á su brillante trabajo, fundándose en los motivos que adujo en el prólogo de la edición precedente. Por nuestra parte encontramos atinada esta resolución, creyendo que si el Martin Fierro se ha popularizado con algunos lunares, es porque esos lunares contribuyen al favor público que le rodea en la vasta extensión de la República Argentina, por cuyos apartados ranchos van distribuidos hasta la fecha mas de cuarenta mil ejemplares; circunstancia que lo constituye el único libro de autor argentino que haya merecido tan constante como decidida protección.

Buenos Aires, Julio de 1878.

Los Editores de la 11. edición.