Sentimiento, inspiraciones,
Alma, lengua, corazón;
Y con tal verdad descrito,
Que aunque haya desaparecido,
Ha de escapar al olvido
El gaucho en ese Pantheon.
1875
Jorge: Vuelvo á tomar mi humilde peñola
Para escribirte la tercera carta,
Sobre un recuerdo que tus dulces versos,
Trajeron á mi alma.
Recordé, al suspirar tus bellos cantos,
Las décimas que al son de la guitarra
Entona, tristemente Martin Fierro
Al borde de la Pampa.
Ese agreste cantor, que simboliza
La miserable vida de una raza
Que espera, como él dice, que algún criollo
Gobierne en esta patria!
¡Raza infeliz que, con la fé sublime
Del que lleva en el alma una esperanza,
Espera que algún Cristo la redima
De su culpa soñada!
¡Cuántos, amigo Jorge, de sus hijos
Merecen que en el centro de una plaza
Se les eleve un monumento eterno
Por sus grandes hazañas!
¡Cuántos, porque nacieron en América
No tienen ni un recuerdo ni una lágrima,
Habiendo muerto como grandes héroes,
Luchando por la patria!
¡Cuántos hay que merecen la aureola
Del genio de las musas agraciadas,
Y que no se les dá, porque se inspiran
Muy lejos de la Francia!
Martin Fierro, el poeta sin laureles,
En el silencio de la noche canta,
Con voz de doloroso sentimiento,
Sus ímprobas desgracias.
Y no advierte que canta las de todos
Los que nacen al borde de la Pampa,
Los que saben luchar como leones
En las grandes batallas!
No advierte que en sus décimas monótonas
Hay destellos rosados de alborada
Iluminando un mágico paisaje,
De tierra americana.
No advierte que hay relámpagos de tarde
Clareando la llanura solitaria,
Donde palpita la mirada eterna
Del Dios de las borrascas!
No advierte que la vida de los campos
Con colores espléndidos retrata:
¡Con los colores que le presta el Iris
Del cielo de la patria!
En la verdad él busca la poesía,
Y en la verdad de sus colores la halla,
Como una fresca y cándida violeta
En medio de unas zarzas.
Del payador humilde, Martin Fierro,
Te envío, Jorge, las hermosas páginas,
Léelas á orillas del modesto Nima,
En tu valle del Cáuca.
Sin más, amigo, te saluda atento,
Desde una tosca del inmenso Plata,
El que, á pesar de Avellaneda, admira
Los versos que tú cantas!.
Buenos Aires, Diciembre 17 de 1877.
« Desde 1862 hasta la fecha se han invertido 23 millones de fuertes, solo en las fronteras, y si á esto se agrega el aumento de las propiedades particulares perdidas, el decaimiento de la industria, la depreciación de la tierra, el trastorno que causa el servicio forzado, el cautiverio de centenares de personas y la muerte de mayor número, tenemos que retroceder espantados ante este cuadro de desolación y ruina, cuya exactitud parecería sospechosa, si no estuviese confirmada por hechos que todos conocen, de una incontestable evidencia.»
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«Parece que el despotismo y la crueldad con que tratamos á los pobres paisanos, estuviese en la sangre y en la educación que hemos recibido. Cuando ven al hombre de nuestros campo, al modesto agricultor, envuelto en su manta de lana, con su poncho á la espalda, les parece que ven al indio de nuestras Pampas, á quien se creen autorizados