Bello poema, que hábil pinta
Nuestra raza primitiva,
No ya salvaje, cautiva
De la clase superior,
Que entre la casa y la tolda,
Entre la ciudad, la pampa,
Vive libre, en ranchos campa,
Sin Cacique ni Señor.
El hombre civilizado
La oprime de aquí y estrecha.
Hambrienta, de allí, la acecha.
Del salvaje, la crueldad.
Ni tan culta ni tan fiera,
Que á uno ú otro le haga amigos,
Sónle á la vez enemigos,
El desierto y la ciudad.
Y si el espíritu eleva,
En sus horas sin consuelo,
Halla apénas viendo al cielo,
Su Dios y su religión.
Mas queda al gaucho sin patria,
En su horfandad y pobreza,
La madre Naturaleza,
Sus fuerzas, su corazón.
Entonces busca en su pecho
La dulce paz, la alegría,
Y halla fuente de poesía
Inagotable en su amor.
Este endulza sus dolores
En él templa sus pasiones,
Díctale coplas, canciones,
Tiernas, de suave color.
Y entre trabajos y penas.
Sin cuidarse del mañana,
No vé que tiene cercana
Su noche — ¡raza infeliz!...
Que en un crepúsculo vive;
Y las luces, la cultura
Disipándolo, á otra altura,
La encaminan mas feliz.
Y, cuando al fin, desaparezca
De nuestro suelo Argentino,
Siguiendo el ancho camino
De la civilización;
No lo lloren el progreso,
Ni la ciencia, ni la gloria;
No conserven su memoria
La moral, la religión.
Pero en el pecho Argentino,
Habrá siempre dulce afecto.
Por ese tipo perfecto
De nuestra raza en embrión.
El gaucho cuidó el ganado.
El gaucho sembró la tierra,
Dulce en la paz, fiero en la guerra,
Héroe, bardo y dócil peón.
Es colono primitivo,
Rudo, osado y solitario,
Valiente y hospitalario,
Sin amaños, sin doblez,
Como la pampa, sombrío,
Como el Plata, caprichoso,
Y cual pampero, animoso,
Toma al ombú su altivez.
A nadie pidió la idea,
Ni la espresión, ni el sentido,
Costumbre, idioma, vestido
Original se dará.
Con su traje pintoresco,
Su cribado calzoncillo,
En el cinto su cuchillo,
Su poncho, su chiripá.
Junto al fuego de su rancho,
Mira al campo, su cosecha....
Y en la guitarra, su endecha,
En vez de canto, es gemir...
Últimos ecos del vate,
Que contempla decadente
Su raza, y al fin presiente,
Que vá á dejar de existir...
No perecerán con ella
Su historia, su fiel retrato;
De Martin Fierro el relato,
Su recuerdo hará inmortal;
Que es el poema de la vida,
La vida de un pueblo entero,
En su génio verdadero,
En su tipo virginal.
En sus usos y costumbres,
Virtudes, vicios, pasiones,
- ↑ Esta composición la estractamos del bello tomo de poesías que con el titulo «El Peregrino del Plata», acaba de dar á la publicidad el distinguido argentino Dr. José Maria Zubiria.