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Sobre Martin Fierro. — XLVII

La obra de Hernandez, pues, ya es popular en el extranjero y ha dado á su autor una justa celebridad.

En tanto ¿qué ha hecho la prensa Argentina?

¿Se ha ocupado acaso de recorrer sus páginas, de formular su juicio, de saludar siquiera á su autor.

No; ha callado con el abandono que le es peculiar, cuando se trata de las figuras distinguidas que se levantan entre nosotros.

¡Mezcla de egoismo y de indiferencia, donde no brota una chispa de ese fuego santo, que en el lenguaje patriótico, llámase orgullo nacional!!

Nosotros no creamos reputaciones, antes bien, devoramos nuestros hijos, á semejanza del dios de la fábula.

Ese egoísmo en lo que se relaciona á los hombres que han de dar una literatura á nuestro país, nos lleva hasta cometer actos de grandes injusticias.

Hace algún tiempo que hemos pedido, por la prensa, se nos remitan apuntes biográficos de hombres que se hayan distinguido en la literatura, en el foro, en el clero, en las armas, en la política, en algo, en fin, ya como proceres de la patria, como mártires, como amigos de la humanidad. Este pedido lo hicimos por habérnoslo encomendado el bibliógrafo Sr. Cortés, que está para emprender la publicación de un Diccionario Biográfico Americano, y que quería que en él figurase dignamente la República Argentina.

Sin embargo que hemos hecho este llamado varias veces, hasta hoy ni por amor al país, ni como recuerdos de familia, se nos ha enviado un solo apunte para poder mandar al Diccionario.

En este mismo mes hemos anunciado la publicación del Parnaso Argentino, trabajo del mismo literato señor Cortés, permitiéndonos rogar á nuestros colegas presten su valioso apoyo á esa obra nacional, y nadie nos ha honrado contestando á nuestra invitación.

Esto ¿qué significa?

¿Así es posible tengamos literatura, si se mira con tanto menosprecio los primeros trabajos que han de formar la base de su monumento?

Triste es decirlo, pero al paso que vamos, tarde ó nunca llegaremos al Helicon, donde no sería tan difícil trepar en alas de esa inteligencia, que como un don del cielo, chispea con tanta superabundancia desde las orillas del Plata hasta las nevadas cumbres de los Andes.

Carlos Calvo es una reputación europea, y en la República Argentina no se conocen sus obras.

Alberdi es mas respetado en el extranjero por sus grandes talentos, que en nuestro país, donde es raro encontrar uno de sus libros.

Y así muchos prohombres en las letras como en el foro, á quienes su pátria olvida.

¿Quién conoce la obra de Hernández, sin embargo de haberse anunciado en las librerías?

Sus compatriotas los argentinos, muy pocos; pero en cambio ya es aplaudida en la Banda Oriental, en Norte-América, en España y en Paris. Muy pronto será conocida en todas partes del mundo, donde haya quien hable el idioma de Cervantes.

¿Y eso, á quién lo debemos? — á los extranjeros que nos honran.

Al cerrar este artículo, solo sentimos que nuestra pobre pluma haya tenido que ocuparse de la literatura nacional, cuando hay tantos escritores que si hubieran emprendido esta digna tarea, hubieran podido estimular, entusiasmando á la noble juventud que se levanta en la arena literaria.

Nosotros hemos creído cumplir con un deber, al rendir este pobre homenaje al inspirado autor de Martin Fierro.


(El Mercurio del Rosario).


Este artículo fué transcripto en La Tribuna de Montevideo de 13 de Diciembre de 1873.