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Sobre Martin Fierro. — XLI

publicar su carta, á la cual hemos hecho referencia.

Es la siguiente:


Señor D. José Hernández,

Su casa, Febrero 23 de 1873.

Estimado señor y amigo:

He visto en La Patria que se dá el título de Juicio critico á las Apreciaciones que hice de su bella obra, Martin Fierro.

Permítame mi amigo, que rehuse mi aprobación á un título tan pretensioso pues no tiene base desde que esa obra por la especialidad de su carácter, no está ni puede estar sujeta á la crítica literaria.

Para que Martin Fierro pudiera ser objeto de crítica, era preciso que fuera una obra de arte, sujeta á sus reglas y por consiguiente á su aplicación —no siéndolo— no pueden aplicársele, luego no puede hacerse un juicio crítico sobre ella.

Martin Fierro es un gaucho verdadero, lejítimo, hijo puro de la naturaleza, que no sabe lo que es arte y ni aun conoce los elementos del idioma que habla; es el cantor inspirado del desierto que arroja al aire torrentes de poesía inculta, pero hermosa como la calandria ó el gilguero, sus trinos y gorgeos.

No pueden, pues, aplicársele los preceptos de un arte que no conoce, ni de una gramática que no ha estudiado. Lo mas que puede hacerse con él, es lo que yo hice, saborear sus bellezas: ir mas allá sería una pretensión absurda. Y es esto precisamente lo que constituye su mérito pues acaso tiene mas valor real, y mas bellezas poéticas, bajo el tosco lenguaje que emplea, que muchas obras que se dan por modelo de corrección y de arte.

Le agradeceré tenga á bien publicar ésta, á continuación del último trozo de mis Apreciaciones sobre Martin Fierro, como un correctivo al título de Juicio Crítico, con que aparecieron.



BIBLIOGRAFÍA




MARTIN FIERRO


Señor D. José Hernández.

Tratándose de juzgar un libro, ni Vd. ni yo gustamos de hacer floreos literarios, yendo siempre derechos al bulto, al punto objetivo ó como quien dice, al eje ó muelle espiral sobre que describe su rotación el argumento. Aplicando tan económico sistema para darle mi opinión sobre Martin Fierro, no me detendré en decir donde faltó á las leyes de la rima, ni cual ripio debiera desaparecer y si hay éste ó aquel concepto contrario á la buena prosodia.

Solo juzgando ensayos juveniles es pertinente detenerse en la parte elemental de la composición; pero como Vd., á lo que entiendo, no está en el caso de aprender el mejor empleo de las sinalefas y otras figuras didácticas del divino arte, voy sin rodeos á manifestarle mis impresiones.

Repetidas veces he saboreado las bellezas contenidas en las bien descritas aventuras de su héroe, creación bellísima por la doble faz, riente y sombría, con que se dibuja en gigantesco relieve, esto sin contar con lo sabroso de la crítica con que Vd. decora su admirable cuadro.

Su trabajo, escrito sin duda por mero pasatiempo, responde á tendencias dominantes en su espíritu, preocupado desde larga fecha por la mala suerte del gaucho: y es la manifestación cumplida de sus simpatías en favor de esos pobres parías, condenados por los abusos del poder á vivir constantemente armados del sable, creando y destruyendo situaciones que siempre concluyen por serles adversas. En las luchas civiles, la peor parte ha sido para ellos; y durante la paz armada en que los caudillos han mantenido la República, el campamento y los fortines los han alejado de la vida laboriosa y de los sagrados vínculos del hogar, relajando la constitución de la familia y bastardeando las generaciones: convirtiéndolos en nómades