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XXXIV — Juicios críticos.

Aunque el potro se boliase
No había uno que no parase
Con el cabresto en la mano.


Pastor, pinta con igual animación la vida á la vez sosegada y activa de estancia, sus trabajos y sus goces.


Ya apénas la madrugada
Empezaba á coloriar.
Los pájaros á cantar,
Y las gallinas á apiarse,
Era cosa de largarse
Cada cual á trabajar.

Este se ata las espuelas,
Se sale el otro cantando,
Uno busca un pellon blando,
Este un lazo, otro un rebenque,
Y los pingos relinchando
Los llaman dende el palenque.

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Y miéntras domaban unos;
Otros al campo salían,
Y la hacienda recogían,
Las manadas repuntaban,
Y ansí sin sentir pasaban,
Entretenidos el dia.

Y verlos al cair la noche
En la cocina reunidos,
Con el juego bien prendido
Y mil cosas qué contar,
Platicar muy divertidos
Hasta después de cenar.

Y con el buche bien lleno
Era cosa superior
Irse en brazos del amor
A dormir como la gente,
Pa empezar al dia siguiente
Las fainas del dia anterior.

Ricuerdo: ¡Qué maravilla!!
Como andaba la gauchada
Siempre alegre y bien montada
Y dispuesta pa el trabajo...
Pero hoy en el día... barajo!
No se le vé de aporriada.

El gaucho mas infeliz
Tenía tropilla de un pelo,
No le faltaba un consuelo
Y andaba la gente lista...
Teniendo al campo la vista
Solo vía hacienda y cielo,

Cuando llegaban las yerras,
¡Cosa que daba calor!
Tanto gaucho pialador
Y tironiador sin yel —
Ah! tiempo!... pero si en él,
Se ha visto tanto primor.

Aquello no era trabajo,
Más bien era una junción,
Y después de un güen tirón
En que uno se daba maña.
Solía llamarlo el patrón.


Soldado, describe al natural los ataques y entreveros con los indios, con una verdad y colorido sin rival.


Se vinieron en tropel
Haciendo temblar la tierra
No soy manco pa la guerra
Pero tuve mi jabón
Pues iba en un redomón
Que había boliado en la sierra.

¡Qué vocerío! ¡qué barullo!
Qué apurar esa carrera!
La indiada todita entera
Dando alaridos cargó —
Jué pucha... y ya nos sacó
Como yeguada matrera.

Qué fletes traiban los bárbaros!
Como una luz de lijeros —
Hicieron el entrevero
Y en aquella mescolanza,
Este quiero, este no quiero,
Nos escojían con la lanza.

Al que le dan un chuzazo,
Dificultoso es que sane,
En fin, para no echar panes,
Salimos por esas lomas,
Lo mesmo que las palomas,
Al juir de los gavilanes.