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Advertencia editorial. — V

¿Qué ha estudiado Martin Fierro? Antes de conocer sus habitudes literarias y de revisar su biblioteca, ya lo sospechaba, y lo he confirmado después por su propia confesión y por la inspección de sus libros. Ha estudiado, como Cervantes, los proverbios de todos los pueblos y de todos los idiomas, de todas las civilizaciones, es decir, la voz misma de la sabiduría, como los llamaba Salomón. Ha recojido la médula del cerebro humano.

¿Cómo dejarían de ser populares, cómo dejarían de circular como la luz y el aire, las sentencias ó los dichos que no son sino gauchescos en sus formas, pero que pertenecen al habla de todos los hombres, después de miles de años?

Hé ahí explicado el secreto de la popularidad de Martín Fierro; hé ahí por qué hoy sus dos libros han recorrido por la América que habla nuestro idioma, de tal manera, que lo habrían enriquecido si hubiera podido preverse este caso único, estipulando la reciprocidad de la propiedad literaria que hoy no existe.

No puedo ponerme al habla con mi amigo el doctor Larsen, que se ha ausentado á otras regiones, estudiando el árabe; pero apénas sea posible comunicar con él, he de pedirle que estudie los diálogos de Martin Fierro y que despojando los dichos de sus expresiones locales, los restituya á sus verdaderos autores, es decir, al Coran, al antiguo Testamento, al Evangelio, á Confusius ó á Epicteto. Estos dos últimos son, sobre todo, los autores predilectos de Martin Fierro, y sus dicharachos gauchos, no vienen á ser en el fondo, sino proverbios chinos ó griegos.

Así, se ha descubierto últimamente, por la comprobación de los estudios filológicos, que la fábula de La Fontaine no es de Fedro ó de Esopo, es decir, ni latina ó griega, sino que fué contada ahora miles y miles de años, á las primeras generaciones índicas que crecían al pié del Himalaya.

Tiene Vd., como nuestro amigo Hernández, este don supremo de recojer lo que es popular, depurándolo y trasmitiéndole bajo nuevas formas, para que lo sea aun mas. Sabe Vd. como él, sermones, cuentos, máximas, proverbios y solo le falta entregarse naturalmente á la corriente, para sobrenadar sobre la onda» ........

Muchas y muchas otras trascripciones, altamente favorables, podríamos seguir haciendo; pero basta á nuestro propósito las anteriores, agradeciendo en la parte que nos corresponde, el aliento que nos comunican los que juzgan digna de todos los afanes, esta obra que entregamos hoy al público, y que esperamos ha de continuar recorriendo el itinerario que comienza en nuestra bulliciosa Metrópoli y termina allá en el espacio de las gramíneas, de los arroyos, del caballo y del gaucho, señor de la región.


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