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vuelven á su casa por la noche, sin llevar la carne que habian ido á comprar al pueblo para toda la semana siguiente, porque les tentó algun pati-amarillo ó coli-blanco; mas ¿á qué detenernos en otras cosas, cuando una simple relacion de un desafío basta y sobra á nuestro propósito?

Los desafíos, que no son mas que la reunion en un pueblo de los gallos masfamosos de muchos de los circunvecinos, se anuncian con grande anticipacion, y se verifican en dias señalados. Algunos antes empiezan á llegar los campeones, conducidos con grandísimo cuidado: un hombre lleva una vara al hombro, y de ella penden cuatro, seis ú ocho gallos, en su saco cada uno; así son trasladados hasta á ocho y diez leguas de distancia. Llega por fin el dia deseado: toda la poblacion se inunda de gente, una gran parte de la cual no tiene otro objeto que ver jugar un gallo conocido, y para esto ha hecho á pie muchas horas de camino. En la pelea se sigue las mismas reglas que en los casos ordinarios, con la única diferencia que se atraviesan mayores cantidades, y que el concurso es mucho mas numeroso.

Hemos llegado al punto en que el lector aguarda que le diga mi modo de pensar acerca de la gallera: yo reconozco la oportunidad de su deseo; pero no puedo complacerle cual quisiera, porque es cuestion mas difícil de resolver de lo que al pronto parece. En efecto; ¿qué puede contestarse á la pregunta de si el juego de gallos es útil ó no? Dirémos, que como causa de la comunicacion de unos pueblos con otros, como medio de que circule el dinero, y como mero