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etc. La carrera es tambien un grandísimo recurso; los hay que corren al rededor de la valla delante del contrario, que si no tiene tambien esta cualidad se cansa persiguiéndolos, y entonces es vencido fácilmente; llegando algunos á tanto, que, si conocen desventaja por su parte, se detienen sin correr, hasta que el otro vuelve á seguir riñendo.

El ojo de lince del coleador sigue todos los movimientos de su gallo, mientras que los espectadores de las gradas publican en alta voz la cantidad que quieren apostar á su favor, y le animan con las esclamaciones mas originales:

Pica gayo, engriya jiro,
Mueide al ala renegao,
Juy que puñalonde baca, etc.

que se repiten á cada nuevo encuentro.

Cuando los combatientes dejan por un momento de lidiar se da un careo, los cogen los coleadores, los limpian chupando la sangre de todo el pescuezo, examinan sus miembros; y con estos cuidados les vuelven á veces la vista y los reaniman para volver á la reyerta. Un número determinado de careos sin que ninguno de los combatientes embista al otro entabla la pelea.

Con lo dicho se tendrá una idea del objeto de la gallera; pero no seria muy completa, sin añadir algo que venga á confirmarlo establecido al comenzar este artículo: bastará decir, que muy raro es el gíbaro que no cria gallos de buena casta, que muchos pasan todo el domingo en la gallera, y que algunos