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Los padres de familia, por indiscreta confianza en sus hijos, los dejan á veces enteramente libres en un país nuevo para ellos y colmado de tales atractivos que pueden seducir al corazon mas frio: diversiones de todo género, mujeres tan hermosas como venales que pululan en los parajes mas públicos, compañeros harto complacientes para enseñarles el camino de su perdicion, y dinero en abundancia para satisfacer sus caprichos; son los elementos de su ruina: ¿somos acaso ángeles del cielo para poder resistir siempre á tanta seduccion?

Otros hay que por un esceso de celo se fian demasiado, y dan facultades amplias sobre sus hijos á sujetos indignos de tenerlas, y los cuales contribuyen no poco á que se estravien, teniendo para con ellos ó un absoluto descuido, ó un rigor inconsiderado.

La cantidad destinada para la instruccion y sustento de un jóven debe tambien pensarse mucho, no fiándose nunca de informes de personas estrañas, sino de los padres de alguno que esté en igual caso y que tenga buena conducta. Del olvido de esto puede resultar que un jóven se estravie por tener demasiado, ó que contraiga obligaciones que despues no pueda cumplir, por carecer de lo preciso para sostenerse con decencia y adquirir lo necesario á su carrera.

Hasta las cartas de recomendacion deben tenerse en cuenta al enviar un jóven fuera de su país: las dirigidas á personas ricas y de una clase elevada, no son las mas útiles en ciertas circunstancias; porque estos sujetos, si no tienen relaciones íntimas con el