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como la de ir á Madrid á hacer el papel de Duque; y con estos conocimientos y esta aplicacion censura las costumbres del país, que cree conocer, porque tiene en la memoria una lista de tontuelas que le desvanecen, y de personas de juicio que le desprecian.

—Tristeza me da, amigo mio, el ver á un padre engañado de ese modo; ¡ pobre padre y pobre patria, si de él necesitan algun dia!

—Pues no hemos llegado á lo mas curioso, y es que él cree amar mucho á su país, porque continuamente dice pestes de todos los demás, y alaba cuanto hay en aquel, sea bueno ó malo; ¿se trata de adelantos en las ciencias ó artes? pues allí es donde no pueden hacerse mayores; ¿de cultura, buenas costumbres, etc., etc.? su tono es decisivo y su juicio no tiene apelacion: mas de una vez me he sonrojado, porque delante de personas respetables por su edad y erudicion ensarta tales disparates que es capaz de trastornar al cerebro mejor sentado.

En este punto interrumpió nuestro diálogo la llegada de otros amigos, y nos olvidamos por entonces del objeto de él, hasta que la casualidad me facilitó el terminarlo de un modo que no esperaba.

II.

Cuatro ó cinco dias despues, volvimos á encontrarnos los dos, aunque en distinto lugar. Este era