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Reciban por ahora esta débil muestra de veneracion que les tributamos; y cuando llegue un dia en que la ancianidad enfrie el ardor de sus nobles corazones, nosotros procurarémos imitarles, y dirémos á nuestros hijos: «Honrad y bendecid á esos hombres cuyo cuerpo no puede soportar el peso de los años, pero que en otro tiempo labraron y sostuvieron el edificio de la felicidad y gloria de Puerto-rico.»