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dable; pero como la justicia de Dios habia de cumplirse, éteme que una tarde sale mi mozo con otro camarada suyo para ir á bailar á Furabo: llegaron á la casa del baile, y allí estuvieron hasta las tres de la madrugada sin que nada les sucediese. Al salir se juntaron con otro conocido de su mismo barrio, y tomaron el camino conversando alegremente: un poco antes de llegar al pueblo de Caguas, que habian de atravesar, oyeron cantar al pájaro malo. El endiablado de Goyo se echó á reir, y gritó: »Mira, mal avechucho, ven mañana á casa por cuatro granos de sal; y no faltes, que te espero.» En este momento la sombra del pájaro se pintó en el suelo delante de él; y á pesar de que queria hacerse el guapo, le dió un temblor tan fuerte, que apenas podia dar un paso. Los otros dos, que tenian tanto miedo como él, le echaron en cara su locura en desafiar al poder del malo; mas él, recobrando su malvado valor, echó por aquella boca mil pestes sobre todo lo que nos enseña la doctrina cristiana.

Al siguiente dia, al mudar una res que nunca habia topado, recibió de ella una cornada, que le hizo ir muy alto, rompiéndose al caer una pierna. Su pobre padre le asistió con el mayor agrado durante los muchos dias que estuvo de peligro, y pasó las noches en vela, rogándole en vano que se confesase y comulgase.

Apenas curado, volvió á su antigua vida de vicioso y mal hijo: salia de su casa sin volver á veces en