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un ejercicio noble y que requiera su instruccion particular.

Ocúrrense desde luego las preguntas siguientes, que puede hacer un labrador: ¿Y dónde recibirán los jóvenes esa instruccion sin apartarlos de nuestro lado? ¿Todos los labradores debemos desterrar á nuestros hijos por cierto número de años, para que vuelvan despues llenos de teorías y sin la costumbre del trabajo? La contestacion es siguiente: si los labradores supieran leer tendrian aficion á la lectura, y leyendo hubieran hallado el modo de salvar esos inconvenientes. No hay escuelas de agricultura en el país, es cierto: y ¿porqué no las hay? porque los labradores, contentándose con saber gobernar á su manera su casa y reduciéndose á su pueblo sin cuidarse do lo que pasa en los demás, han fomentado el egoismo, que es la muerte de todo progreso; porque, encerrados en tan estrechos límites, no han pensado en reunirse á los comerciantes y á los industriales y artesanos para pedir al Gobierno la creacion de establecimientos de esta clase de enseñanzas, muy mas útiles al país que la rutina, que con algunas escepciones, es la pauta que en él se sigue todavía.

No teman los padres que sus hijos les tengan en menos siendo mas instruidos; no se descuide la educacion moral, y los conocimientos adquiridos despues y fundados en ella formarán hombres útiles á su patria, y que siempre bendigan al autor de sus dias. En resumen no olvidar jamás