mismo tiempo capaces de resistir al rigor de tan opuestos climas? Pero dejemos estas dos clases de educacion, de que nada han dicho los Sres., y pasemos á la intelectual, que parece ser su caballo de batalla, y tampoco han sido mis amigos muy ecsactos al apreciarla, pues que el uno la rechaza completamente, y el otro la reduce á los estrechos límites de las carreras científicas; examinemos las razones de uno y otro por el mismo órden en que las han espuesto.
Resalta en lo dicho por el primero el error trascendental de querer imponer á dos niños que apenas tienen uso de razon la pesadísima carga de una profesion elegida por su padre antes de la época en que pudieran ellos inclinarse á alguna que fuese de su gusto; error muy grave, que inutilizaria las mejores disposiciones que quizá tengan para otros ramos del saber, y que haria un médico ó un abogado medianos cuando mas, del que debió ser un gran agricultor ó ingeniero. Dése á un niño la enseñanza primaria, y mientras la recibe obsérvense atenta y cuidadosamente sus acciones, márquense bien los rasgos de su carácter, y no tardará en conocerse su inclinacion. A esto puede argüirse, que no todos los padres tienen la penetracion y conocimientos necesarios para hacer este delicado ecsámen: enhorabuena; pero ¿acaso falta á quien consultar en este caso? ¿No hay un cura en la poblacion que repita las palabras del Redentor, dejad que los niños se acerquen á mi? Y ¿acercándose estos para oir de la boca del pastor la doctrina del divi-