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EL POEMA DE LA RISA


Y fué una tarde cálida saturada de aromas;
Tras el breve montículo de las lejanas lomas
El sol desparramaba sus brochazos rojizos
Que te fingian llamas en los revueltos rizos.


Yo hundía mis dos manos entre tu cabellera,
Celosa de la hora, bañada en Primavera.
Cosquilleante la risa me mordía la boca,
Una risa de oro, ligeramente loca.


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