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Es que anoche tus manos, en mis manos de fuego,
Dieron tantas dulzuras a mi sangre, que luego,
Llenóseme la boca de mieles perfumadas.
Tan frescas que en la limpia madrugada de Estío
Mucho temo volverme corriendo al caserío
Prendidas en los labios mariposas doradas.
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