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que se hunde; la filosofía bondadosa, la religión de otras vidas, que en nada traen el reposo y menos el olvido.

Y la vista se tiende, sondea, espera algo, que de llegar ya viene terminándose; así como todo lo que hemos pensado, como el acopio de las sensaciones; como toda la intensidad y el dolor de amar, como ese cuerpo que con ser nada, ha sido todo, asilo de una vida, de una conciencia, y marcador terrible de la llegada de los otros.

La pulga ya conmovida, suspendió la escritura y como estaba sola, puso la cabeza sobre la pata izquierda.

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