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literatos, y a los pobres se les hacía un enredo con la vida sexual, la patología, y la aptitud para vestir las cosas y decirlas. Y lo peor fué cuando esos médicos pulgas, descubrían las estatuas con discursos, y colocaban las placas en las casas en que otro médico había tenido que ver con la muerte de alguna pulga ilustre.

Muchas pulgas empezaban a reunirse, las pulgas justas protestaron ante la vida, por la injusticia con que se trataba a las pulgas investigadoras. Los laboratorios eran en realidad los que mantenían el contacto con la vida, pero mal dotados. Le parecía a las pulgas de mando, que no había que dar mucho dinero para cosas tan pequeñas como las del microscopio.

También algunos de los médicos pulgas de alma humana, no eran tratados como se lo merecían, otros de aparato, ganaban mejor la vida. Había entre algunos médicos pulgas, verdaderos apóstoles.

Muchas pulguitas prefirieron curarse con aguas claras, las cuales decían contener, soluciones ínfimas de drogas, otras más optimistas o decepcionadas, recurrieron a las almas de los muertos. Hubo pulgas que ingresaron por correspondencia a unos hospitales invisi-

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