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Biblioteca del Congreso Nacional de Chile — 73
“Estas grandes y nobles miras solo tendrán un feliz y constante resultado, si podemos llenar el augusto cargo que nos han confiado nuestros buenos conciudadanos; si acertamos a reunir todos los principios que hagan su seguridad y su dicha; si formamos un sistema que les franquee el uso de las ventajas que les concedió la exhuberancia de la naturaleza; si, en una palabra, les damos una constitución confor me a sus circunstancias. Debemos emprender este trabajo, porque es necesario, porque nos lo ordena el pueblo depositario de la soberana autoridad, porque no esperamos este auxilio de la metrópoli, porque hemos de seguir su ejemplo, sí, su ejemplo...” [1]


Dando una buena representación del convencimiento unánime de los patriotas ilustrados, que daban a las Constituciones por si mismas una capacidad operativa benéfica, agregó:


“Por una fatalidad singular observamos que, si el pueblo no es capaz de retenerse en los límites de una libertad ilustrada, los que están revestidos del poder no saben mantenerse en los términos de una autoridad racional; el pueblo se inclina a la licencia, los jefes a la arbitrariedad. Así, el gobierno que contenga a aquél en la justa obediencia, y a éste en la ejecución de la ley, y que haga de esta ley el centro de la dicha común y de la recíproca seguridad, será el jefe de obra de la creación humana” [2].


El expositor había nombrado a algunos “ingenios privilegiados” — diecinueve entre Solón y el abate Gabriel Mably— que, según él, sólo dejaron “la idea de que no hay un arte más difícil que el de gobernar hombres y conducirlos a la felicidad combinando sus diversos intereses y relaciones” [3].

Con un sentido pedagógico, previendo posiblemente la confusión de los presentes frente a la tarea que les sugería, al continuar su discurso Martínez de Rozas disminuyó las exigencias intelectuales de su propedéutica, señalando que los legisladores que han tenido éxito han sido aquellos que “siguiendo humildemente las antorchas de la razón y la naturaleza, penetrados de amor a sus semejantes, observando modestamente sus inclinaciones, sus recursos, su situación, su índole y demás circunstancias, les dictaron reglas sencillas que afianzaron el orden y seguridad de que carecen las naciones más cultas” [4]. Como ejemplos nombró a “la pobre Helvecia” [5] y a los descendientes de los “compañeros del simple Penn” [6].


Funcionamiento del Congreso

Muchos de los documentos que daban a conocer la actividad desarrollada por el Cong reso de 1811 se han perdido. La causa de ello es atribuible tanto a la falta de método de este cuerpo

  1. Ibídem.
  2. Ibíd. pp. 40 -41.
  3. Ibíd. p. 40.
  4. Ibídem.
  5. En relación con Suiza, Martínez de Rozas seguramente se refería a la constitución para una nueva República Helvética centralizada, aprobada en abril de 1798, bajo la presión de los ejércitos de la Francia napoleónica, respaldados por revolucionarios suizos.
  6. William Penn (1644-1718) fundó la colonia cuáquera de Pennsylvania (E.E.U.U.). Martínez de Rozas se refería entonces a la Constitución de Filadelfia de 1787.