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Biblioteca del Congreso Nacional de Chile — 17

Mackenna[1], que había sido colaborador de Ambrosio O’Higgins:

”Para lo que yo me consideraría más apto sería para cultivar el suelo; y ésta es la carrera que yo preferiría”[2]

Sin embargo, le escribe a Mackenna bajo el presentimiento que la felicidad que le ofrecía la labor agrícola sería transitoria, pues nuevas responsabilidades lo llevarían lejos de su hacienda. Es este nuevo horizonte, que él avizora, el que lo induce a escribirle al irlandés con la intención de pedirle “los consejos e instrucciones de carácter militar que Ud considere mejor calculados para que yo sea útil a mi país” [3]. El todavía hacendado sintetiza las razones por las cuales le son necesarios, a través de estas palabras:

“He pasado ya el Rubicón. Es ahora demasiado tarde para retirarme, aun cuando estuviera dispuesto a hacerlo; pero esa idea jamás ha pasado por mi mente. Me he alistado bajo las banderas de mi país después de madura deliberación y, créalo Ud., jamás me arrepentiré de haberlo hecho, sean cuales fueran las consecuencias. No me ciegan, sin embargo, mi temperamento sanguíneo y mis esperanzas juveniles, hasta no dar me cuenta de que esas consecuencias tienen que ser g raves [...] . Mi único deseo es que cualquiera sangre que se derrame ahora, corra sobre el campo de batalla y no sobre las gradas de un cadalso” [4]

Bernardo no oculta sus dudas frente a la decisión tomada, y se las transmite a Mackenna. Se pone en el lugar de su primo Tomás O’Higgins: “Tengo también razones para creer que él piensa que no he obrado muy cuerdamente al mezclarme en una revolución en la cual, según sus cálculos, tengo mucho que perder y nada que ganar. Temo, por otra parte, que no sea don Tomás la única persona que piense de esa manera”[5]. Duda sobre sus aptitudes de soldado: “El talento necesario para un gran general y para un gran poeta nace con nosotros mismos; sé cuan raro es este talento y me doy cuenta demasiado de que no lo tengo, para alimentar esperanzas en este sentido” [6]. Por último, la gran tentación del retroceso: “Si me hubiera tocado en suerte nacer en Gran Bretaña o en Irlanda, habría vivido y muerto en el campo” [7].

  1. Nacido en Glogher (Irlanda), en octubre de 1771, Juan Mackenna pasó a España donde sirvió como militar. Postergado en un ascenso, se trasladó en 1796 a América. El virrey Ambrosio O’Higgins lo nombró, bajo su directa autoridad, gobernador político y militar de Osorno en Chile, ciudad que deseaba repoblar después de haber sido destruida por los araucanos. En 1808 fue llamado a Santiago para prestar sus servicios como ingeniero militar. Participó en Membrillar y el Roble. Fue muerto en un duelo por el menor de los hermanos Carrera en Buenos Aires, en 1814.
  2. Archivo Nacional, op.cit. Tomo I, p. 64. De esta carta, fechada el 5 de enero de 1811 y de la respuesta de Juan Mackenna, no existen los originales, sólo las versiones traducidas al inglés por Thomas Nowles, un irlandés a quien O’Higgins conoció después de su abdicación, y que ofició como su secretario cerca de veinte años. Este hombre es conocido por su seudónimo John Thomas. Al menos, Luis Valencia Avaria ha destacado que en esta carta Thomas hizo interpolaciones al incluir hechos aún no acaecidos, sin embargo, acepta que esta interpolación “no fue dolosa, en sentido estricto, sino producto de alguna confusión que sufrió en el ordenamiento de papeles. Thomas era desordenado.” (Valencia, op. cit., p. 60). En otras palabras, todos los hechos expuestos en la carta son ciertos pero algunos no podrían haber sido contados en esa fecha porque sucedieron más tarde.
  3. Ibíd. p. 67.
  4. Ibíd. p. 62.
  5. Ibíd. p. 60.
  6. Ibíd. p. 64.'
  7. Ibídem.