Página:El Dilettantismo sentimental.djvu/88

Esta página no ha sido corregida
88
Raquel Camaña

S Mallarmé, justificando este género literario, contestó a J. Huret con motivo de la encuesta sobre la evolución artística: "Pienso que sólo es necesaria una alusión. La contemplación de los objetos, la imagen que surge de los ensueños suscitados por ellos, son el canto. Los parnasianos examinan y enseñan el objeto; fáltales así el misterio; no dejan que los espíritus gusten la alegría deliciosa de pensar que crean.

Nombrar un objeto es suprimir las tres cuartas partes del goce del poema, que consiste en adivinar poco a poco, en sugerir: tal es el ideal. El perfecto uso de ese misterio constituye el símbolo: evocar poco a poco un objeto para patentizar un estado de alma o, por lo contrario, escoger un objeto para deducir de él un estado de alma por una serie de adivinaciones... Si un ser de inteligencia mediana y de una cultura literaria insuficiente abre por casualidad un libro así escrito y pretende gozar en su lectura, no consigue su objeto. Debe haber siempre enigma en poesía; y el fin de la literatura es evocar los objetos y no otro".

¡Lástima de buena intención tan extravagantemente puesta en práctica! Ya es hora de acabar con el dogma de la obscuridad, del enigma, de la vaciedad.

Al que a tal lectura consagre su tiempo, pasamos, por bueno, el consejo de Fígaro: "Fingir que se ignora lo que se sabe y que se sabe lo que se ignora, que se entiende lo que no se comprende, que se oye lo que no se dice; tener con frecuencia por gran secreto el ocultar que no hay ninguno; encerrarse para cortar plumas y hacerse el profundo cuando se está vacío y hueco" Consejo que no siguió Gil Blas cuando Fabricio le leyó su soneto: "Este soneto no te ha parecido muy claro, no es así? Confesó que hubiera querido más