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El Dilettantismo sentimental

e intensifica creando, para su uso exclusivo, un pseudoideal y una moral que los justifique, son los vibriones sociales, indicios de descomposición orgánica de la sociedad, que Dumas (hijo) pinta admirablemente en L'Etrangére.

En ellos la mentira vital es una verdad parcial, erigida en doctrina y llevada a la acción.

Hay otro género de fracasados en la vida y éstos lo son por falta de ideales y de voluntad necesaria para desearlos siquiera: abúlicos, entregados al autoanálisis, no osan querer. Amiel es ejemplo acabado.

Oidle: "Expío mi privilegio. Este privilegio de asistir al drama de mi vida, tener conciencia de la tragicomedia de mi propio destino y, más aún, poseer el secreto de lo tragicómico mismo, esto es, no poder tomar en serio mis ilusiones; verme, por decirlo así, desde la sala en escena... y tener que fingir papel individual... Cómo recuperar el valor para la acción? Dejando que vuelva algo la inconciencia, la espontaneidad, el instinto que apega a la tierra y que dicta el bien relativo y lo útil; aceptando, sencilla y candorosamente, la condición humana; temiendo menos la pena; calculando menos; esperando más; esto es, disminuyendo la clarovidencia, la enfermiza responsabilidad y, con la responsabilidad, la timidez".

Amando, amando ingenua, total, sanamente. El amor, concentración e irradiación de nuestra personalidad, restablece el equilibrio entre el sentimiento y la ideación concentrada, unifica los procesos internos, cristaliza el verdadero ideal humano, aumenta la energía interna, fuerza de resistencia en la lucha por la vida, permite al ser superior intelectualmente, pero aislado en razón de esa superioridad, adaptarse al medio y dominarlo, en lugar de ser dominado.

En verdad, el pensamiento y el amor, las dos alas que Hugo presta al hombre, le permiten volar hacia el ideal pensar por pensar, desear por desear, agotan,