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Raquel Camaña

Ibsen, el gran médico de las almas, estudia en Le canard sauvage, este problema siempre actual.

Uno de los personajes, Helling, despierta y aviva en los débiles de espíritu la mentira vital que, galvanizándolos, los hace marchar. ¡Hacia dónde? A la ventura, pues con ese éstimulante artificial, no se llega jamás a conquistar la felicidad. Gregorio, en nombre del ideal, quiere restablecer el imperio de la verdad y, bruscamente, despierta a esos hipnotizados de la vida. Y, al verse histriones cuando se juzgaban héroes, decláranse vencidos para siempre, suicidándose, como Heldwige, o como Nialwar, "llorando como mujeres lo que no supieron conquistar como hombres".

38 La mentira vital—mitos, dogmas, prejuicios, falsas vocaciones científicas, artísticas o religiosas; mimetismo social o político; falaces teorías o engañosas promesas que deforman y envenenan la sensibilidad o la inteligencia, extraviando la voluntad tiene, como único vencedor futuro, la educación integral humana y, como paliativo actual, la lucha contra los prejuicios.

Y el dolor, ese cincelador de la psiquis, es el reactivo que nos proclama vencidos o vencedores de la mentira vital.

Conquistar el ideal y vencer el dolor, he ahí los dos polos por donde la vida pasa su eje de equilibrio.

Así como aquél que bebió la pócima de la mentira vital sobre todo bajo forma de prejuicios religiosos y en edad temprana reacciona difícil y dolorosamente ante el contraveneno de la verdad, aquel que se extravió persiguiendo un ideal humano a medias y que, al darle alcance, trató de realizarlo, se asombra de los funestos resultados de su experiencia y comprueba que siempre un error es tanto más peligroso cuanto mayor verdad unilateral contiene.

" Y esos seres cuya comprensión de la vida se limita -