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Raquel Camaña

nuestro pensamiento modela nuestro destino? Amiel, ese auto—disecador psicológico, contéstale: "El hombre no es más que lo que llega ser, pero no llega a ser más que lo que es', asignando como límite a la libertad individual, forjadora de la personalidad, el determinismo externo: "La causa interna, concurriendo con la causa externa, en todo acto humano".

Por eso creo que el hombre, relativamente libre, es responsable, porque es un ser que razona, porque es un ser capaz de hacerse a sí mismo, dado que adquiere la noción social del deber y está en sus manos convertirla en ideal firmísimo de su propia conducta.

De ahí que, hasta cierto límite, halle razón a Brunetiére, cu ndo afirma que los metafísicos nihilistas, "que osan atacarlo todo, que todo lo niegan, son tan culpables como los que ponen en práctica sus teorías. Los sabios son responsables de las teorías que sostienen"; pero no tanto que pueda negarserazón a Ribot cuando sostiene que "no hay progreso sin la absoluta libertad del pensamiento, aun cuando la libertad implique el peligro del error. La verdad es siempre sana. Ni la moral, ni la sociedad, ni la humanidad, pueden basarse en el error y en la rutina". Y de ahí, finalmente, que crea con Ferri que "la ciencia no hace a los criminales: por cierto mimetismo social las teorías científicas en boga tiñencoloran las tendencias de los desequilibrados, de los degenerados que se escudan tras ellas".

El mal no está en la ciencia. El mal está en la ignorancia que impide el sentido crítico y hace confundir con las ciencias mismas las consecuencias absurdas que de ellas deducen los desequilibrados morales. Una educación verdaderamente integral, debería sembrar desde la niñez los fundamentos sociales de la moral, para impedir que la vida afectiva pueda ser intoxicada, caer, hombres y mujeres, en el dilettantismo sentimental.