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El Dilettantismo sentimental
mirables que tapizaban las salas destruídas a golpes de pico para rebuscar tesoros o colocar piso de rústica madera. Nada, ni los jardines árabes fueron respetados. El fanatismo religioso, la pasión, cuyas consecuencias son más fieramente inhumanas, se vengó entregando esa belleza sin igual al pillaje de inmundas tribus gitanas.
Hoy España llora su pecado. Por fortuna, une a las lágrimas de sincero aunque tardío arrepentimiento, el buen deseo de reparar, en la mínima parte posible, el crimen perpetrado. Y una comisión de artistas y de sabios dirige la obra de lenta resurrección del arte árabe.